Un estándar de calidad puede ser entendido como un patrón, una medida esperada o un indicador de desempeño que debe ser alcanzado para legitimar un programa académico. El cumplimiento del estándar es la base para garantizar a la sociedad que un determinado programa tiene los requisitos y condiciones que la comunidad académica, profesional y disciplinar, han establecido como propios de la naturaleza de dicho programa. Es decir, que su ofrecimiento a la sociedad está
exento de distorsiones, ofertas engañosas y falta de transparencia. El cumplimiento de las condiciones mínimas garantiza que, sin ser necesariamente un modelo de alta calidad, un programa corresponde a su naturaleza y que puede ser tenido por otros como referente.
Las características de calidad son referentes por los cuales un programa académico orienta su acción y el grado de su cabal realización es evaluable
académicamente. Esta evaluación versa, por ejemplo, sobre el desempeño de los egresados en el medio, sobre la producción intelectual de sus profesores, sobre el reconocimiento que hace la sociedad, sobre el impacto obtenido en el medio, la calidad de procesos pedagógicos, la eficiencia en el manejo de recursos, etc.
Un programa académico tiene calidad en la medida en que haga efectivo su concepto, en la medida en que se aproxime al ideal que le corresponde tanto en relación con sus aspectos universales como en lo que le toca a los que corresponden al tipo de institución a que pertenece y al proyecto específico en que se enmarca y del cual constituye una realización.
Dados estos parámetros creo que quedamos en deuda en la parte investigativa de los docentes. Pues es bien sabido que no es muy fácil para la mayoría involucrarse en procesos de investigación y de escritura formal (publicaciones).
Además en este país donde los profesionales por presiones del mercado no nos podemos desenvolver en lo que estudiamos sino en lo que “se puede” es muy difícil responder a una evaluación satisfactoria de egresados, dada la dificultad de ubicarse laboralmente.
Esto sin contar las peripecias que pasan las universidades públicas para mantener presupuestos que logre sostener básicamente el funcionamiento académico y de todo nivel. Con estos señalamientos generales, pues se quedan en el tintero otros, que vienen se presentan como dificultades y amenazas para el empeño de la calidad.
Laura Y. Basabe Murillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario